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Muchos corredores que viven o entrenan en altura —como en Bogotá o Quito— sueñan con competir en ciudades a nivel del mar con la idea de “volar” en carrera. Incluso es una idea muy promovida por los coach y por influencers. Y es cierto: entrenar en altitud tiene beneficios reales. Pero ¿realmente vale la pena hacer ese viaje si no se maneja correctamente?
La ciencia y la experiencia nos dicen algo claro: si no se controla el impacto del viaje, puedes perder tanto rendimiento como el que esperas ganar. Es decir el beneficio neto poder ser CERO.
Cuando entrenas en ciudades como Bogotá (2.640 m), tu cuerpo se adapta a una menor presión de oxígeno:
💥 Por eso, al bajar a correr al nivel del mar o a menos de 1500 ms (ej. Barranquilla, Lima o Miami), donde el oxígeno abunda, se dice que puedes mejorar entre un 4% y un 10% tu rendimiento, especialmente en distancias largas como 21K o 42K.
Pero esa es solo una parte de la ecuación. No te dejes creer tanto.
Viajar a otra ciudad —sobre todo a otra región o país— conlleva múltiples factores que pueden restar capacidad física y mental real si no se gestionan bien:
Factor | Impacto estimado en rendimiento |
---|---|
Jet lag y desfase horario | -2% a -6% |
Alteración del ritmo circadiano | -2% a -5% |
Mala calidad de sueño | -3% a -7% |
Cambio de alimentación | -1% a -3% |
Estrés del viaje y logística | -1% a -2% |
📉 Resultado: puedes perder hasta un 10% de tu rendimiento físico total si llegas solo 2 o 3 días antes del evento, lo cual sucede al 99% de los runner recreativos.
Debes tener en cuenta que por ejemplo los atletas profesionales de olímpicos, se van a vivir a zonas cercanas a la ciudad sed con hasta dos meses de anticipación.
Cuanto es un período de adaptación ideal, la fisiología del ejercicio recomienda un período de adaptación de horarios de entre 4 y 48 horas por cada hora de cambio. Es decir, vas a Europa , tienes 6 horas de cambio, por 24 horas , necesitas 6 días de adaptación. Usualmente no es el caso de los runner recreativos.
❌ No, si el viaje no se planifica estratégicamente.
Veámoslo en frío:
Correr a nivel del mar suena tentador. Pero la clave no es solo “bajar”. La clave es hacerlo bien.
Si viajas con poco margen, sin un plan de adaptación, y descuidas sueño, hidratación, ritmo circadiano o nutrición, el beneficio de la altitud se disuelve.
🧭 Si no puedes llegar con suficiente anticipación, competir en tu propia ciudad o en una de condiciones similares podría darte un mejor rendimiento general.
Cuéntalo en los comentarios o comparte este artículo con ese amigo que cree que “viajar a nivel de mar = marca personal segura”.
📍 Y si vas a correr en Bogotá… aprovecha la altitud, conoce el terreno y corre con la cabeza.